El presidente del Valencia CF decidió ayer tarde aplazar la reunión que había programado y Quique Sánchez Flores anunciado en la que se acometería la revisión de contrato del técnico madrileño. Los argumentos que esgrime el Club para dicho aplazamiento se fundamentan en el hecho de que no hay prisa ninguna puesto que la continuidad del entrenador está virtualmente garantizada haciendo valer el contrato firmado hace un año y, además, se entiende que, de no haber alcanzado un acuerdo en la reunión programada para hoy, se viajaría a Pamplona con un ambiente enrarecido siendo muchísimo lo que el Club se juega el martes en el Reino de Navarra... Cuenta el entorno del entrenador que este está indignado por dicho aplazamiento.
Y es que son muchas las razones que abonan la brecha de la mutua desconfianza: Quique no entiende cómo, habiendo alcanzado el objetivo de clasificar al equipo para la Champions League, no se deposita en él todo el peso de la política deportiva del Valencia e incluso de la no deportiva ya que el míster propuso prácticamente un ERE en el Club para purgar a todas aquellas personas con las que no congenia que, al parecer, son la gran mayoría; Quique no quiere tener que lidiar con Amedeo Carboni y mucho menos con Eduardo Maciá después de que este último firmase, en su día, un informe negativo a la contratación del propio Quique, aunque tampoco quería trabajar con Javier Subirats y así se lo hizo saber al presidente en reiteradas ocasiones; Quique entiende como una ofensa que se compare su caso con los de Claudio Ranieri o Antonio López…
Por su parte, Juan Soler, no entendió por qué Quique declaró hace meses a Ràdio Nou que la famosa cláusula no le obligaba a permanecer en el Club; No entiende por qué el técnico le plantea un pulso ante la opinión pública cuando ha sido Soler quien SIEMPRE ha salido, en público y en privado, en defensa de su entrenador; Alucina cuando el entrenador reclama 2,1 millones de euros NETOS -700 kilos brutos de las antiguas pesetas- y dos temporadas cuando está firmado, y nadie le puso una pistola en el pecho, que seguiría una temporada más por 900.000 euros netos; Le repatea que su entrenador reitere en su implacable empeño de fichar futbolistas que, como él, son representados por Manolo García Quilón; No está dispuesto a consentir que el entrenador se extralimite en sus funciones tomando decisiones que no le corresponden y que sólo son competencia del Consejo de Administración; Sabe que Quique no goza, ni muchísimo menos, de la confianza plena de la afición y que la ampiliación del vínculo con su actual entrenador no desatará manifestaciones multitudinarias de júbilo valencianista…
En definitiva, un buen puñado de razones que no invitan al “sí quiero” y que dejan entrever una gran duda razonable que quedará despejada a la vuelta de Pamplona… si es que no sucede nada de aquí al martes.
Y es que son muchas las razones que abonan la brecha de la mutua desconfianza: Quique no entiende cómo, habiendo alcanzado el objetivo de clasificar al equipo para la Champions League, no se deposita en él todo el peso de la política deportiva del Valencia e incluso de la no deportiva ya que el míster propuso prácticamente un ERE en el Club para purgar a todas aquellas personas con las que no congenia que, al parecer, son la gran mayoría; Quique no quiere tener que lidiar con Amedeo Carboni y mucho menos con Eduardo Maciá después de que este último firmase, en su día, un informe negativo a la contratación del propio Quique, aunque tampoco quería trabajar con Javier Subirats y así se lo hizo saber al presidente en reiteradas ocasiones; Quique entiende como una ofensa que se compare su caso con los de Claudio Ranieri o Antonio López…
Por su parte, Juan Soler, no entendió por qué Quique declaró hace meses a Ràdio Nou que la famosa cláusula no le obligaba a permanecer en el Club; No entiende por qué el técnico le plantea un pulso ante la opinión pública cuando ha sido Soler quien SIEMPRE ha salido, en público y en privado, en defensa de su entrenador; Alucina cuando el entrenador reclama 2,1 millones de euros NETOS -700 kilos brutos de las antiguas pesetas- y dos temporadas cuando está firmado, y nadie le puso una pistola en el pecho, que seguiría una temporada más por 900.000 euros netos; Le repatea que su entrenador reitere en su implacable empeño de fichar futbolistas que, como él, son representados por Manolo García Quilón; No está dispuesto a consentir que el entrenador se extralimite en sus funciones tomando decisiones que no le corresponden y que sólo son competencia del Consejo de Administración; Sabe que Quique no goza, ni muchísimo menos, de la confianza plena de la afición y que la ampiliación del vínculo con su actual entrenador no desatará manifestaciones multitudinarias de júbilo valencianista…
En definitiva, un buen puñado de razones que no invitan al “sí quiero” y que dejan entrever una gran duda razonable que quedará despejada a la vuelta de Pamplona… si es que no sucede nada de aquí al martes.
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