
Y es que son muchas las razones que abonan la brecha de la mutua desconfianza: Quique no entiende cómo, habiendo alcanzado el objetivo de clasificar al equipo para la Champions League, no se deposita en él todo el peso de la política deportiva del Valencia e incluso de la no deportiva ya que el míster propuso prácticamente un ERE en el Club para purgar a todas aquellas personas con las que no congenia que, al parecer, son la gran mayoría; Quique no quiere tener que lidiar con Amedeo Carboni y mucho menos con Eduardo Maciá después de que este último firmase, en su día, un informe negativo a la contratación del propio Quique, aunque tampoco quería trabajar con Javier Subirats y así se lo hizo saber al presidente en reiteradas ocasiones; Quique entiende como una ofensa que se compare su caso con los de Claudio Ranieri o Antonio López…
Por su parte, Juan Soler, no entendió por qué Quique declaró hace meses a Ràdio Nou que la famosa cláusula no le obligaba a permanecer en el Club; No entiende por qué el técnico le plantea un pulso ante la opinión pública cuando ha sido Soler quien SIEMPRE ha salido, en público y en privado, en defensa de su entrenador; Alucina cuando el entrenador reclama 2,1 millones de euros NETOS -700 kilos brutos de las antiguas pesetas- y dos temporadas cuando está firmado, y nadie le puso una pistola en el pecho, que seguiría una temporada más por 900.000 euros netos; Le repatea que su entrenador reitere en su implacable empeño de fichar futbolistas que, como él, son representados por Manolo García Quilón; No está dispuesto a consentir que el entrenador se extralimite en sus funciones tomando decisiones que no le corresponden y que sólo son competencia del Consejo de Administración; Sabe que Quique no goza, ni muchísimo menos, de la confianza plena de la afición y que la ampiliación del vínculo con su actual entrenador no desatará manifestaciones multitudinarias de júbilo valencianista…
En definitiva, un buen puñado de razones que no invitan al “sí quiero” y que dejan entrever una gran duda razonable que quedará despejada a la vuelta de Pamplona… si es que no sucede nada de aquí al martes.
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