Quique y el Fútbol Interactivo

Con el partido encarrilado y el pasaporte a octavos de final conseguido el público de Mestalla elevó al cielo valencianista una petición más que lógica aunque inaudita. Seguro que no es la primera vez que un estadio voz en grito le pide al entrenador que haga un cambio aunque en este caso es casi entendible puesto que se trata de un futbolista que se ha hinchado a meter goles en la liga italiana y la afición ché todavía no lo ha visto porque el entrenador se ha empeñado en pegarle patadas a Carboni en el culo de Tavano.
Pero… si se antoja inaudito que el público pida un cambio, mas inaudito es que el entrenador desmonte sus planes, tenía media hora calentando a Jorge López y Hugo Viana, ponga rápidamente calentar al futbolista en cuestión y en pocos minutos lo haga saltar al terreno de juego.
La explicación del míster al respecto no hace sino abrir un nuevo espectro en el fútbol. Algo que, sin duda alguna, se incorporará inmediatamente como lección magistral en el curso nacional de entrenadores.Es el Fútbol Interactivo: el público pide un cambio y el entrenador accede para... ¿‘favorecer el espectáculo’ o por terror a la clamorosa pitada que se le venía encima?... No me digan que no es maravilloso, me voy a Mestalla a ver el partido y si no me mola el equipo hago los cambios como en la Liga Fantástica de MARCA y ni siquiera tengo que gastarme la pasta en un SMS, basta con pitar al banquillo.

Por cierto. Lamento decepcionar a aquellos que esperan un ataque furibundo por mi parte hacia Quique Flores por la salida de tono que ayer en La Taula protagonizó el entrenador valencianista. Entiendo que si un servidor tiene derecho a criticar a Quique también el entrenador tiene el mismo derecho a criticarme a mí. Ni siquiera el hecho de que él se lo haya tomado como algo personal va a hacer cambiar mi forma de proceder porque yo no tengo nada personal contra Quique: daré mis opiniones sobre su trabajo con total libertad, positivas cuando me parezca bueno y negativas cuando me parezca malo. A lo que no estoy dispuesto es a rajar de Carboni o del enemigo de turno del entrenador o de su fiel escudero y portavoz Emilio Alvarez con el único objetivo de ganarme el favor de Quique ni de su coro de palmeros.